La nueva normalidad, sin récords turísticos, a la que aspira Barcelona | Federació Hostaleria i Turisme de les Comarques de Girona

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La nueva normalidad, sin récords turísticos, a la que aspira Barcelona

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Hosteltur. Entrevista Xavier Marcé, concejal de Turismo del Ayuntamiento de Barcelona. “El verano que viene deberíamos estar en cifras que nos permitieran volver a una secuencia interanual, aunque no registremos las cifras del año 2019”.

El Ayuntamiento de Barcelona, liderado por la alcaldesa Ada Colau, ha dado sonoros portazos a proyectos como la ampliación del Aeropuerto de Barcelona o la construcción del Museo Hermitage. Colau pertenece a la formación política Barcelona en Comú, que gobierna el consistorio en coalición con el PSC. Es un matrimonio de conveniencia complicado. El concejal de Turismo, Xavier Marcé (PSC), habla en esta entrevista sobre las perspectivas turísticas para los próximos meses y 2022, en un contexto marcado aún por la pandemia del coronavirus y la necesidad de reorientar el modelo turístico de Barcelona.

¿Qué balance hacen del verano, teniendo en cuenta las imágenes de botellones multitudinarios que se han visto en Barcelona? ¿Corre el riesgo la ciudad de ser asociada a un destino de juerga?

Vamos por partes. Primero: el balance que hacemos desde el punto de vista turístico es esperanzador. Estamos en un proceso de inicio de recuperación, con un porcentaje de ocupación razonable, teniendo en cuenta las circunstancias y el conjunto de Europa. De hecho somos la ciudad con más turistas de España y la que ha tenido más turismo internacional. Entendemos que hemos dado el pistoletazo de salida de la recuperación.

Es cierto que es un turismo todavía muy condicionado por las restricciones de viaje de largo radio, la cual cosa nos afecta mucho. De ahí que sea un turista de más proximidad y menor gasto. Y debido a las circunstancias en el mundo del alojamiento ha habido una bajada de precios. Este contexto es el mismo que ha afectado a Madrid, Sevilla, París, Londres o Roma.

“Plantear los botellones como un problema turístico es absurdo. Los botellones no los hacen los turistas, sino los jóvenes de cada ciudad”.

Respecto a la segunda cuestión que usted pregunta. Los botellones. Es un problema que se ha dado en toda España y Europa. Plantear que esto es un problema turístico es absurdo. Los botellones no los hacen los turistas, sino los jóvenes de cada ciudad. Que un turista que se encuentra en la ciudad decida apuntarse o no a una movida que ve en la playa es una posibilidad. ¿Puede esto generar una imagen de la ciudad? Pues ni más ni menos que como en otras ciudades como Madrid, Sevilla, Bilbao, etc.

Lo que debemos analizar es qué cambios deberán abordarse en la gestión pospandemia desde el punto de vista de los hábitos de consumo, la relación entre los precios del ocio nocturno y los botellones, o las ordenanzas sobre la venta de alcohol en tiendas de conveniencia.

En todo caso nos encontramos ante un fenómeno de carácter social y no veo ninguna lógica asociarlo al turismo. No hay un turista de botellón. Eso es un mito interesado y falso. No tiene ningún tipo de sentido.

Ahora bien, lo que sí es cierto y lo reconozco de entrada, es que este año -debido a que tenemos una coyuntura generalizada en la medida en que el turismo ha sido más de proximidad- seguramente ha habido una mayor complicidad… Por ejemplo, si yo me voy a Madrid entiendo las reglas de juego de allí, pero si soy chino y viajo a Madrid no entenderé eso que sucede en la calle. Esto quizá se ha dado, pero entiendo que es algo coyuntural.

¿Qué perspectivas turísticas a corto plazo tiene Barcelona, digamos hasta final de año?

Tras una temporada estival que ha estado a un 50% respecto a 2019, las expectativas de reservas en los hoteles y resto de alojamientos son buenas, pero siempre tenemos que verlas en comparación con otras ciudades europeas, teniendo en cuenta el contexto que nos afecta a todos. Hemos preparado una campaña de Navidad muy potente para atraer visitantes, con actividades lo más diversificadas posibles.

¿Y qué perspectivas hay respecto a 2022?

El programa de congresos y ferias de la ciudad para el año que viene es excelente. Habrá que ver cómo les afecta la combinación con el teletrabajo. También estamos en un proceso de recuperación de cruceros, especialmente los de entrada y salida en Barcelona, que son los que más nos interesan.

El verano que viene deberíamos estar en cifras que nos permitieran volver a una secuencia interanual, aunque no registremos las cifras del año 2019. Pero ya podríamos comenzar a hacer comparaciones razonablemente efectivas.

“Tenemos la obligación entre todos de lograr un rendimiento óptimo del parque hotelero. Si tengo X habitaciones en Barcelona mi obligación es procurar que estén llenas, pero si las puedo llenar con menos turistas que pasen más noches, mejor que mejor”.

¿Por tanto en el verano de 2022 esperan llegar a una cierta normalidad?

Si, pero la normalidad es un concepto muy relativo. Para mí la normalidad no quiere decir batir récords, sino que me coloco en una secuencia anual que es comparable. Además, nosotros no primamos la cantidad, sino la calidad. Para nosotros es más importante que el visitante pase una noche más en Barcelona a que haya más visitantes. Tenemos la obligación entre todos de lograr un rendimiento óptimo del parque hotelero. Si tengo X habitaciones mi obligación es procurar que estén llenas, pero si las puedo llenar con menos turistas que pasen más noches, mejor que mejor.

¿La antigua normalidad era que cada año venían más y más turistas, pero eso ya no volverá?

En el mundo de la economía del visitante hay muchas miradas. Por ejemplo, en el sector del alojamiento aspiran a tener el 100% de ocupación y por tanto la cantidad es muy importante. En el mundo del comercio minorista, lo importante es la capacidad de compra de cada visitante. En los restaurantes pasa lo mismo. Por tanto, el análisis de cálculos sobre cantidad-calidad depende de los intereses de cada parte. ¿Nosotros como ciudad qué queremos? Tenemos tres objetivos básicos.

Primero: desmitificar el concepto de la cantidad como un criterio de análisis único.

Segundo: tener un turista con más capacidad de gasto, más comprometido con la ciudad y con más curiosidad para descubrir todo aquello que le pueda ofrecer el destino.

Tercero: queremos que Barcelona sea capaz de convivir con el visitante interactivamente.

Recientemente el Gremio de hoteles de Barcelona convocó una rueda de prensa donde criticó “la política del no a todo” del Ayuntamiento. ¿Qué opina usted sobre estas críticas?

En primer lugar, aquí hay un debate sociopolítico sobre la percepción que pueda tener cualquier sector o agente social sobre la política municipal. Intervienen muchos factores sobre cómo se percibe la gestión o el gobierno político de la ciudad o una parte de ese gobierno. Le recuerdo que estamos en un gobierno de pacto entre dos partidos que no piensan al cien por cien igual en muchas cosas, pero evidentemente tienen que llegar a un acuerdo.

Muchos agentes sociales de la ciudad han lamentado el rechazo del Ayuntamiento a la ampliación del aeropuerto de Barcelona…

En este asunto nosotros -y aquí hablo como concejal de Turismo y también como miembro del grupo municipal socialista- somos partidarios de que este tema se afronte con un debate racional y que por tanto hablemos de solucionar los problemas medioambientales que comportaría la ampliación del aeropuerto. Insisto: con una perspectiva que es la voluntad de solucionarlo, de avanzar en este asunto.

¿Y qué me dice respecto al proyecto del Museo Hermitage, también rechazado por el Ayuntamiento?

Exactamente igual. Somos partidarios de que, a partir de una propuesta privada que llega a la ciudad, lo que tendríamos que hacer en el Ayuntamiento es sentarnos a discutir pros y contras, con una voluntad de encontrar una solución que permitiese pagar el proyecto y ponerlo en marcha. Lo cual no quiere decir que estemos 100 por 100 de acuerdo con el proyecto. Por tanto busquemos el matiz, solucionemos este problema. Es cierto que en estos momentos Barcelona o parte de la ciudad ha sido más bien reactiva y ha dado un mensaje del tipo “No quiero ni hablar”. Yo creo que la posición sensata debería ser la que acabo de exponer, pero las cosas no siempre son tan fáciles. Hay un debate real que debe ser administrado.

“Un 75% de la población de Barcelona considera que el turismo es muy importante y favorable para la ciudad. Pero una parte importante de la gente también opina que debería mejor la calidad de los empleos turísticos”.

En las encuestas que hace regularmente el Ayuntamiento de Barcelona, tres años antes de la pandemia el turismo llegó a aparecer en el primer lugar cuando se preguntaba a los vecinos “¿Cuál cree que es el principal problema de la ciudad?, en respuesta espontánea. Le quería preguntar si…

A ver… Es cierto que la ciudad, durante algunos años, había colocado al turismo como un debate esencial. Y se había dado mucha importancia a aquellas opiniones que podían significar una cierta sensación de turismofobia.

Por otra parte, cuando estás en una pandemia que te deja económicamente apurado, todo aquello que genera riqueza evidentemente se ve de otra forma.

En la actualidad un 75% de la población de Barcelona considera que el turismo es muy importante y favorable para la ciudad, según los estudios de opinión pública. Pero también hay una parte importante que opina que el modelo de gestión turística de la ciudad debería ser más sostenible, más respetuoso medioambientalmente y con una capacidad de conseguir dos cosas.

En primer lugar, una mayor redistribución de riqueza que genera el turismo en la ciudad. En segundo lugar, una mayor calidad de los puestos de trabajo, es decir, de la empleabilidad que genera el sector turístico.

… Yo le quería preguntar si confía que en el futuro las encuestas ya no identificarán el turismo como el principal problema de la ciudad, tal como sucedió antes de la pandemia.

Es que este problema… Es una percepción que tiene que ver con una cierta realidad. El turismo es un hecho objetivable, gente que nos visita, pero también es un elemento que se gestiona. Si tengo X millones de turistas y los tengo a todos en la Rambla o en el Parque Güell, pues esto genera unos problemas. Se trata de gestionar este fenómeno de tal manera que no se vuelva a generar esa opinión.