El aceite de oliva vuelve a brotar
La Vanguardia. La cosecha se recupera tras tres años desastrosos y augura una producción un 48% mayor, ¿bajarán los precios?
El aceite de oliva vuelve a brotar en las almazaras. Después de tres años de cosechas de aceituna desastrosas que han hundido las existencias y disparado los precios a niveles históricos, la campaña que justo arranca ahora augura una mejora sustancial de la producción.
Las estimaciones avanzadas este viernes por el Ministerio de Agricultura señalan un cambio claro de tendencia. Tal y como están ahora los olivos, la previsión es superar los 1,26 millones de toneladas de aceite, un 48% más que la anterior campaña y un 4% por encima de la media de los últimos cinco años. Y se debe sobre todo al gran incremento de producción que se espera en el olivar andaluz, del 77%.
El campo presiona para mantener los precios en origen, y la industria, por bajarlos
Si Andalucía, primera zona productora del mundo, aporta alrededor del 70% del aceite de oliva que se origina en España en un año normal, esta campaña su peso será aún mayor, con un 81%. De hecho, solo Andalucía y Castilla-La Mancha esperan un aumento de la producción de aceite. En el resto, la sequía y las altas temperaturas han vuelto a hacer estragos, con caídas que alcanzan el -59% en Catalunya (tercera comunidad autónoma por volumen), el -45% en Aragón o el -71% en la Comunidad Valenciana. El mercado del aceite de oliva depende más que nunca de Andalucía.
Con más cantidad del alimento circulando, los precios estratosféricos que se han visto en los supermercados los dos últimos años deberían empezar a aliviarse. El aceite de oliva se ha encarecido un 170% desde el 2021, lo que ha provocado una caída del consumo. Por el contrario, el aceite de girasol ha llegado a su mayor cuota de mercado, con un 33,8% en el 2023, porque sale mucho más barato. Ahora, el sector cruza los dedos para revertir la situación y recuperar ventas.
Se estima que en la campaña 2024/2025 se producirán 1,26 millones de toneladas de aceite
Y esto dependerá de los precios. Pero está por ver hasta qué punto se trasladará este aumento de la producción a la cesta de la compra. Esta semana, tan pronto la Junta de Andalucía publicó sus previsiones de aforo, se vieron las primeras presiones por parte de los diferentes eslabones de la cadena alimentaria. Los agricultores intentan que el precio en origen no se hunda y se mantenga alto para mejorar su rentabilidad. La industria, por su parte, empuja para que caigan, con el mismo objetivo.
Desde el sindicato UPA insisten en que el olivarero debe percibir una retribución “justa” y no ven motivo para que se produzca un “descalabro” en los precios en origen, que cerraron septiembre con descensos del 9,1% respecto a un año antes para la categoría virgen extra (7,39 euros el kilo, según el Ministerio de Agricultura). Por su parte, tanto la Coordinadora de Organizaciones de Agricultores y Ganaderos (COAG) como el grupo DCoop (principal productor de aceite) advierten que aún hay “muchas toneladas de aceite en juego”, pendientes de las lluvias de octubre, que deberían engordar el fruto y que, por ahora, no está previsto que lleguen. “Estamos preocupados”, añaden desde DCoop.
La producción actual será un 48% superior a la de la última campaña, lastrada por la sequía y el calor
No lo ven así desde la industria. “Estas previsiones están en línea con lo esperado”, comentan en Deoleo, compañía que comercializa las marcas Carbonell o Bertolli. “Entendemos –prosiguen desde el grupo– que tras una caída evidente del consumo provocada por los altos precios y ante una mayor disponibilidad de la producción con respecto al año pasado, el mercado en origen tenderá a bajar en diciembre o enero y se producirá una relajación en los precios a partir del próximo año”.
De ello dependen las ventas y el freno al ascenso del aceite de girasol. Pese a que los precios en origen van a la baja desde inicios de año, el aceite de oliva todavía subió de precio un 25% interanual en agosto, según datos del INE.
Desde el sector explican el dato por un desfase entre el aceite que se vende en los lineales y la fecha en la que se produjo. A medida que se dé salida a las botellas de la campaña pasada –con poco producto y muy caro– y lleguen los de la nueva, los consumidores deberían notar un cambio. Su reacción será crucial para un sector que emplea en España a 365.000 personas entre agricultura e industria y que suma exportaciones que superan los 4.000 millones.
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