España agota el margen para crear empleo sin sobrecalentar la economía: por qué faltan trabajadores si hay millones de parados
La Vanguardia. Los desequilibrios del mercado laboral se convierten en la mayor amenaza para el PIB. La guerra por la mano de obra estalla: una nueva era del mercado laboral empieza a coger forma. España no puede con la ‘maldición’ del paro estructural que mantiene la economía en un filo de navaja
La economía de España lleva creciendo muy por encima de la media de la eurozona desde que comenzó la recuperación económica posterior a la pandemia. Al principio, el año 2021 y 2022, este rebote era lógico y tenía gran recorrido, puesto que la economía de España había sufrido una contracción mayor en 2020 y los recursos ociosos (empleo y capital) abundaban. Sin embargo, el fuerte crecimiento se ha mantenido, los recursos (que en el caso de España son limitados) se han puesto a producir y el margen para seguir creciendo a este ritmo sin generar desequilibrios podría estar agotándose. Al menos, este es el mensaje de alarma de los expertos de Capital Economics, que en un informe publicado hace unos días aseguran que la economía de España se está sobrecalentando y la inflación va a situarse de forma estructural por encima del 2%.
¿Cómo podemos haber llegado a este límite en el país con la mayor tasa de paro de la Unión Europea, es decir, con el mayor volumen de mano de obra disponible? La explicación está, precisamente, en esos profundos agujeros en la relación entre economía, tejido productivo y trabajadores que, aunque se han reducido en los últimos años, no lo han hecho a la suficiente velocidad ni intensidad como para evitar lo que apunta a convertirse en el próximo gran bache de nuestro periplo económico. Hay economías flexibles y productivas que soportan intensas tasas de crecimiento durante periodos prolongados sin generar desequilibrios. Pero España no es este tipo de economía.
El PIB de España está expandiéndose a un ritmo cercano al 3% interanual. De este modo, “la economía española está superando a la del conjunto de la zona euro, y esta diferencia también se refleja en el mercado laboral, que sigue ajustándose a un ritmo notable. Parece que apenas queda margen en el mercado laboral español, por lo que creemos que el desequilibrio entre la oferta y la demanda de empleo provocará un sobrecalentamiento de la economía y que la inflación subyacente se mantendrá por encima del 2%”, aseguran desde Capital Economics.
Desde finales de 2021, la economía española ha crecido un 10% y el empleo ha aumentado un 7%, superando con creces a la zona euro en su conjunto. A pesar de que España sigue teniendo, con diferencia, la tasa de paro más alta de la eurozona, esta alcanzó en septiembre su nivel más bajo desde la crisis financiera global, situándose en un 11,2%. La combinación de un rápido crecimiento del empleo y una tasa de desempleo históricamente baja plantea dos cuestiones clave: ¿Cómo de tensionado está el mercado laboral? ¿Y seguirá ajustándose aún más?
Un empleo al ‘rojo vivo’
Para la primera pregunta, “el mercado laboral parece bastante ajustado actualmente. Las encuestas muestran un número récord de empresas que informan de la falta de trabajadores como un factor que limita su producción. Además, la tasa de vacantes en el sector privado está en su nivel más alto desde que hay registros, lo que indica que las empresas tienen dificultades para encontrar personas con las cualificaciones adecuadas a pesar del considerable número de desempleados”, sentencia el informe.
Las estimaciones sobre la tasa de desempleo estructural, aunque inherentemente inciertas, también sugieren que el mercado laboral está equilibrado o incluso sobrecalentado. El FMI estima que la tasa de desempleo natural en España ronda el 11%, muy cerca del nivel actual, mientras que la Comisión Europea (CE) la sitúa en el 12,2%, claramente por encima del nivel actual. “Comparar las estimaciones históricas de la CE con la tasa de paro y la inflación subyacente sugiere que la tasa de desempleo actual es consistente con una inflación subyacente cercana al 2,5%. Además, una curva de Phillips simple indica que una tasa de paro del 11 % históricamente se asocia con una inflación subyacente superior al 2%”, aseguran desde Capital Economics.
Es cierto que podría argumentarse que la tasa de desempleo natural en España ha disminuido en comparación con el pasado. En los últimos quince años se han realizado muchas reformas laborales para mejorar la flexibilidad del mercado laboral, que podrían haber sido exitosas. Asimismo, la alta inmigración podría mejorar la eficiencia en la asignación de empleos, ya que los inmigrantes suelen estar más dispuestos a cambiar de ubicación para trabajar, resolviendo un problema tradicional de baja movilidad geográfica en España. “Sin embargo, dada la dificultad que reportan las empresas para contratar, parece razonable asumir que queda muy poco margen, si es que queda alguno, en el mercado laboral”, señala el informe.
Las últimas estadísticas confirman este diagnóstico. Como contamos en elEconomista.es, los últimos datos del indicador de paro estructural utilizado por la Comisión Europea y el BCE, el NWRU (de non-accelerating wage rate of unemployment), que estima el nivel de paro a partir del cual un descenso de este conlleva un aumento de los salarios, ha disminuido, pero están en el filo de la navaja en el que el paro real desciende unas décimas más. Las últimas veces en que ha ocurrido algo así (a principios de los años noventa y en el primer lustro de la década de 2000) estuvo ligado a burbujas económicas y financieras que acabaron pinchando, provocando a continuación un elevado repunte del desempleo
En el momento actual no se aprecian burbujas a la vista que disparen ‘artificialmente’ la demanda de mano de obra. Se puede hablar del impacto de los fondos europeos Next Gen, pero la causa principal apunta a una transformación estructural más que cíclica de la economía que repercute en el empleo. En ello influye una reforma laboral que facilita las posibilidades de conseguir un contrato indefinido y que muchos analistas consideran causa de que, por primera vez, en el mercado laboral europeo con más tasa de paro no solo se hable de vacantes por cubrir, sino de un récord de dimisiones que ya ha rebasado el umbral de los dos millones en cifras acumuladas en los 10 primeros meses del año.
Para la segunda cuestión, si el mercado laboral seguirá tensionándose más, los expertos de Capital Economics tiene una respuesta afirmativa: “es probable que el mercado laboral siga ajustándose aún más”. Es decir, sobrecalentándose. “Se espera que el consumo y el crecimiento económico sean sólidos el próximo año, impulsados por un aumento de los salarios reales y una menor carga de intereses sobre los hogares. Además, la tasa de ahorro podría reducirse desde los niveles elevados actuales, lo que mantendría el crecimiento del empleo a buen ritmo y endurecería aún más las condiciones del mercado laboral. Aunque la alta inmigración ralentizará el descenso de la tasa de paro, se prevé que este alcance niveles históricamente bajos”, apuntan los economistas de la firma de análisis.
Con todo, la conclusión es clara para estos expertos: “Consideramos que este mercado laboral tan dinámico mantendrá elevada la inflación subyacente en los próximos años, más cerca del 3% que del 2%, aunque se espera que la inflación general se mantenga en torno al 2% debido a la caída de los precios de la energía”, sentencian.
¿Puede sobrecalentarse la economía con más paro?
El diagnóstico de Capital Economics suscita una pregunta obvia: “¿Cómo se puede explicar estos problemas si España sigue teniendo millones de parados?” Como hemos visto, España ha presentado históricamente un alto nivel de paro estructural, lo que refleja un desajuste cuasi permanente entre la oferta y la demanda laboral. Muchos de los desempleados no presentan las habilidades requeridas para los puestos disponibles o están geográficamente lejos de los centros de creación de empleo al mismo tiempo que presentan una reducida tolerancia a la movilidad geográfica dentro del país.
Esto, junto a otros factores, provoca que España sufra esta especie de paradoja en la que los parados se cuentan por millones mientras que las vacantes de empleo se calientan. Las empresas necesitan trabajadores, pero parte de la fuerza laboral no tiene la formación compatible, no está donde se necesita o simplemente no está dispuesta a trabajar en lo que se ofrece.
Esto significa que, aunque en teoría hay recursos ociosos, en la práctica no son fáciles de movilizar para cubrir las necesidades del mercado laboral, lo que lleva a una escasez efectiva de trabajadores en ciertos sectores. Por ejemplo, la construcción, la hostelería o la tecnología pueden experimentar cuellos de botella en la contratación.
Si la economía sigue creando empleo rápidamente y la tasa de paro baja, los recursos disponibles comienzan a agotarse en los sectores dinámicos antes de que se logre absorber todo el desempleo. Esto ocurre porque muchas personas desempleadas pueden estar fuera del mercado laboral por largo tiempo, tener baja cualificación o enfrentarse a barreras estructurales para ser empleadas. Un ‘gap’ entre oferta y demanda de trabajadores que el Gobierno intenta resolver con una reforma migratoria.
En teoría, atraer talento foráneo enfría el mercado laboral por dos vías: incrementa la mano de obra y reduce las expectativas salariales (ya que los inmigrantes tienen menos capacidad de posicionarse en la negociación colectiva). Esta es la recete que se planteó en 2004, pero está por ver que funcione hoy. Primero porque, aunque España tiene ‘ventaja’ por su proximidad cultural a América Latina, compite duramente con otros países europeos con una demanda de mano de obra que sigue siendo mayor, aunque no ha generado el mismo tipo desequilibrios. De hecho, otros análisis salariales, como los publicados por el metabuscador de empleo Indeed (citados en sus estudios por el BCE y los bancos centrales de Irlanda o Reino Unido) apuntan a que, a día de hoy, España es el país en el que más sube la oferta salarial para cubrir una vacante.
A medida que los empleadores luchan por captar trabajadores en sectores con alta demanda, suben los salarios para atraer talento, lo que incrementa los costes laborales. Esto puede derivar en inflación salarial, un factor que contribuye al sobrecalentamiento. Pero la inflación salarial no se traslada igual a la inflación del consumo en un tejido productivo equilibrado entre empresas de diversos tamaños que pueden modular el impacto de los salarios en los márgenes que en uno compuesto por pymes y micropymes, que, además, son proveedores de las de mayor tamaño. Este efecto en cadena amenaza claramente a nuestro país y limita el crecimiento de las empresas pequeñas. Con ello, su capacidad de pagar mejores salarios, con lo cual se genera un círculo perverso que convierte en lastre los beneficios de la creación de empleo
Porque el hecho es España está siguiendo un camino propio y divergente respecto al conjunto de la zona euro. A diferencia de nuestro país, se espera que el crecimiento en la eurozona sea débil el próximo año, con un aumento medio trimestral del PIB del 0% y una tasa de paro que pase del 6,3% en septiembre al 6,7% a finales del próximo año. La principal diferencia radica en el consumo de los hogares, que ya está creciendo con fuerza en España gracias, en parte, a la recuperación de la confianza de los consumidores. Además, el relajamiento de la política monetaria tendrá un mayor impacto en los hogares españoles debido a la mayor proporción de hipotecas variables o de tipo fijo a corto plazo en comparación con el resto de la eurozona.
Esta evolución macroeconómica parece contradecirse con una tasa de paro aún se sitúe en los dos dígitos: a no ser que tengamos en cuenta lo expuesto por Capital Economics y otros expertos. Si algo nos han enseñado los últimos quince años es que una economía tan desequilibrada no lo tiene fácil para corregir el rumbo del timón, no digamos para llegar a buen puerto en las mismas condiciones que las demás. En este sentido, entender los límites y riesgos de la ruta y el verdadero estado del propio navío han de ser el primer paso a la hora de diseñar políticas económicas y laborales que no naufraguen a medio plazo.