“El mundo es infinitamente mejor gracias a la tecnología”
Hosteltur. Entrevista Iñaki Ortega, profesor de la UNIR (Universidad Internacional de La Rioja), defiende que hay que “humanizar la tecnología, y eso implica hacerla más amable, más universal y entendible”.
Iñaki Ortega, doctor en Economía y profesor de la UNIR (Universidad Internacional de La Rioja) y de LLYC (Llorente y Cuenca), es autor, junto a José María de la Torre -presidente y consejero delegado Hewlett Packard Enterprise-, del libro “La buena tecnología. Cómo la tecnología puede acelerar la reconstrucción y contribuir al bien común”. Un texto con el que pretenden “poner en valor las grandísimas cosas que la tecnología no has traído, no solo en la pandemia. Hoy el mundo es infinitamente mejor que hace 20 o 40 años y es gracias a la tecnología”, afirma Ortega. Una de sus grandes ventajas es la transparencia, que permite denunciar comportamientos impropios. En este sentido, sostiene que “no puede haber una compañía de éxito sin buenos líderes y esos buenos líderes hoy, gracias a la tecnología, han de ser transparentes y tienen que serlo y parecerlo”.
La tecnología ha jugado un papel fundamental durante la pandemia. Ha facilitado el teletrabajo y la docencia online, ha permitido encontrar una vacuna en tiempo récord y mantener la cadena logística de abastecimiento, entre otras ventajas. Una serie de argumentos que nos estarían hablando de las bondades de la tecnología, pero si hay una buena, también hay una mala tecnología. ¿Cuál sería?
Detrás de la mala tecnología está el cibercrimen, es una de las industrias más potentes del mundo y que más daño hacen, está también el uso perverso de los datos. Está vinculada a las malas aplicaciones, me refiero a la poca amabilidad de las apps. Lo hemos visto con la polémica de “Soy mayor, pero no idiota”, en la que la culpa no la tienen las personas mayores, sino quien diseña aplicaciones para que no sean amistosas y que no entienda nadie. Es sustituir la atención presencial por la atención telemática si es mala; que no puedas hacer la declaración de la renta porque es imposible descargarte el programa PADRE, que las cookies te invadan luego con publicidad… La mala tecnología también destruye muchos empleos. Solo en España, por ejemplo, perderán el trabajo, antes de 2030, cinco millones de personas por no estar actualizadas o porque sus trabajos ya no existirán.
La razón por la que hemos escrito este libro es porque hay que poner en valor las grandísimas cosas que la tecnología no has traído, no solo en la pandemia. Hoy el mundo es infinitamente mejor que hace 20 y 40 años y es gracias a la tecnología.
Ha mencionado un tema muy preocupante, como es la pérdida de cinco millones de empleos y, además, en muy poco tiempo. ¿La tecnología es un enemigo de la creación de empleo?
Es verdad que se van a destruir empleos fruto de la tecnología, pero, al mismo tiempo, las nuevas profesiones digitales suponen una oportunidad para millones de empleos. De hecho, en España se da la paradoja de que tenemos una de las tasas de desempleo más altas de Europa, cuando hay vacantes, pero hay muchos puestos de trabajo que no se cubren porque no hay profesionales formados en la tecnología. Me refiero a programación, a videojuegos, al cloud, data, ciberseguridad, blokchain… Y no hay profesionales porque la oferta académica universitaria no ha sido capaz de adaptarse todavía. Existe una oportunidad increíble para aquellos países que sepan aprovecharla y adaptar esa oferta para tener profesionales formados tecnológicamente.
En el libro inciden en que será la buena tecnología la palanca de reconstrucción de los países tras el fuerte impacto que la pandemia de la COVID-19 ha tenido en la economía. ¿Qué deben de tener en cuenta en este sentido las empresas e instituciones?
La pandemia nos ha puesto en el espejo para bien y para mal. Nos ha mostrado que hay muchas actividades ineficientes y que no eran necesarias. Por ejemplo, muchas veces dedicamos cuatro horas para ir, volver y participar en una reunión cuando se puede resolver en media hora. Son viajes que consumen mucha energía y perjudican al medio ambiente. Con la pandemia hemos avanzado en un año, en la digitalización de muchas actividades, lo que se hubiera tardado en conseguir cinco o siete años. No podemos dar marcha atrás, la economía española no puede volver a marzo del 20.
La tecnología será la palanca de desarrollo si no se vuelve a marzo del 20, si nos damos cuenta de que todo ha cambiado y de que tenemos que tener la palanca de la tecnología como oportunidad para la empresa.
Dentro de este gran impulso tecnológico, ¿qué papel ocupa el factor humano? ¿Cómo avanzar sin deshumanizar?
La actividad empresarial y económica tiene que estar centrada en la persona. Durante mucho tiempo ha estado centrada en los beneficios. Ser competitivo era ganar dinero y ser sostenible era poder sostener una serie de ingresos, pero la competitividad y la sostenibilidad están basadas también en servir a tu comunidad y que si a ti se va bien, que le vaya bien a los proveedores, clientes, trabajadores…
Es clave en la economía poner el bienestar del ser humano en el centro. Hoy no se entiende tecnología sin economía y economía sin tecnología.
Por tanto, si estamos humanizando nuestras sociedades, nuestra economía, tenemos que humanizar la tecnología, y eso implica hacerla más amable, más universal y entendible. En ocasiones, no entendemos qué hay detrás de los algoritmos, perdemos el control de nuestros datos, tenemos la sensación de que todo es más complejo, pero no podemos tirar la toalla. También los responsables de la tecnología y los poderes públicos tienen que promover una tecnología amistosa, amable y fácil.
¿Cuál debe ser el papel de las empresas tecnológicas?
Las empresas más importantes del mundo son las tecnológicas hoy y tienen que ser corresponsables, tendrán que ser solidarias con aquella sociedad en la que viven. Ahí es donde entra también el papel de los gobiernos, que tendrán que estar muy vigilantes para que no haya abusos de posición de dominio. En ocasiones, las grandes tecnológicas mandan más y tienen más capacidad de acción que muchos gobiernos, están por encima de las leyes nacionales porque se mueven en un escenario internacional.
Con frecuencia hablamos de la importancia del dato, de la economía del dato… De hecho, una gran mayoría de empresas, según recoge el libro, considera que son parte esencial de su modelo de negocio, pero, de acuerdo con un informe de la consultora Mckinsey, menos de una tercera parte de las grandes compañías son capaces de atribuir valor a los datos que poseen. ¿Por qué sucede esto?
Porque todavía estamos en un cambio de paradigma. Se intuye que los datos son importantes, pero todavía no se es capaz de gestionarlos y de incorporarlos al día a día. Todavía hay una ausencia de profesionales en puestos directivos que sepan esto y se lleva al plano técnico. Es decir, los científicos de datos todavía no han llegado a los comités de dirección y a los consejos de administración. Si queremos convertirnos en compañías dirigidas por datos, que saquen lo mejor de los mismos, tenemos que tener profesionales de datos en el puesto de mando. Todavía hay un gap entre los que saben de datos y los que toman las decisiones.
Además de la buena tecnología, hablan del buen liderazgo y afirman que los líderes empresariales e institucionales juegan un papel destacado en esta situación de incertidumbre y transformación que estamos atravesando. ¿Cuáles son o deberían ser los principios de un buen liderazgo?
La tecnología ha traído transparencia. Durante mucho tiempo podías ser un buen directivo porque tenías buenos resultados, pero podías ser luego una persona con comportamientos reprobables y nadie se enteraba, solo se veían los resultados de la compañía.
Hoy la tecnología ha democratizado de tal modo la vida que cualquiera puede denunciar un comportamiento impropio. Es muy difícil hoy ser un líder y pensar que lo único importante son tu desempeño y tus resultados.
Ese líder bueno no es más que un reflejo de la sociedad a la que aspiramos. No puede haber una compañía de éxito sin buenos líderes y esos buenos líderes hoy, gracias a la tecnología, han de ser transparentes y tienen que serlo y parecerlo.