Los indefinidos que firman más de un contrato al mes se multiplican por cinco tras la reforma laboral
La Vanguardia. La rotación sigue afectando a casi un tercio de los temporales. La tasa de asalariados con un contrato temporal y uno fijo en el mismo mes sube del 0,6% al 2,3% . El gráfico que muestra por qué la precariedad está plantando cara a la reforma laboral
El análisis en profundidad de los datos de contratación sigue arrojando señales mixtas sobre los efectos de la reforma laboral. Aunque el balance general es netamente positivo, con más indefinidos y menos temporales, la evolución de cada tipo arroja matices que pueden resultar contradictorios con el diseño de la norma. Uno de ellos es que el porcentaje de nuevos asalariados indefinidos que firma más de un contrato al mes: se ha quintuplicado, pasando del 1% del total en 2021 (1.440 personas) al 5% (con 18.872 afectados).
El Servicio Público de Empleo Estatal (SEPE) estima que, en el pasado mes de agosto, 861.386 personas firmaron 1.040.159 contratos, lo que arroja una media de 1,12 contratos por persona. Una relación que también puede expresarse como que el 21% (20,79%) de los asalariados firmaron más de un contrato. Suman 178.773 personas, según estos registros.
En cualquier caso, supone una mejora sustancial desde el 33% de agosto de 2021 y el 37% del mismo mes de 2019, que marca a su vez el máximo de la serie histórica. Hay que remontarse a 2006 para encontrar una ratio como la anotada este año, lo que confirma un efecto claramente positivo de la reforma laboral. Aunque las preguntas surgen al analizar lo ocurrido con cada tipo de contrato por separado.
En agosto, 370.863 personas firmaron 389.735 contratos indefinidos, lo que supone una media de 1,05 contratos por personas (o que el 5% de los indefinidos firma más de un contrato al mes). Por otro lado, 5510.096 trabajadores firmaron 650.424 contratos, lo que arroja una media de 1,28 personas por contrato (o una tasa del 28% de los asalariados: 140.328).
Salta a la vista que la suma de personas que suscriben cada tipo de contrato es mayor que el total, en concreto un 2,23% más, 19.573 personas ‘extra’. ¿Cómo se explica? Porque son las personas que firman un contrato de ambas categorías en el mismo mes, pero no se cuentan dos veces en la cifra agregada.
En agosto de 2019 la brecha fue del 0,5%, lo que equivale a 6.703 personas. Su incremento tras la reforma laboral puede deberse a varias causas: como más conversiones de temporales a indefinidos (ya sean directas o tras un contrato nuevo); o a personas que, tras perder un empleo fijo (por no superar el periodo de prueba, por ejemplo) pasan a tener uno temporal. En cualquier caso, confirma un repunte de la volatilidad contractual indefinida desde la reforma laboral.
Esta evolución es coherente con lo ocurrido con los indefinidos. El mencionado 5% de asalariados que firman más de un contrato fijo contrasta con la media del 1% que venía registrando en toda la serie histórica desde 2006.
Más contratos fijos más volátiles
El incremento se registró ya en 2022, primer año de aplicación de la norma y en agosto de 2023 incluso repuntó al 6%. El Ejecutivo lo achacó a la adaptación de las empresas al cambio legal, sobre todo en un momento de recuperación de la actividad tras la pandemia, y al hecho de que había más personas firmando un contrato indefinido que nunca (la cifra de agosto multiplica por tres la registrada en el mismo mes de 2019).
Pero este argumento choca con el hecho de que la ratio de personas por contrato no depende del volumen ni de uno ni de otros, ya que es una relación.
La intensidad del incremento, que multiplica por cinco los datos previos a la reforma, así como que se mantenga en el tercer verano con esta en vigor también contrasta con la afirmación del Ejecutivo de que la reforma no ha introducido cambios en los contratos indefinidos. Si esto fuera así, mantendría en el nivel del 1%.
De hecho, la contratación temporal sí ha reducido, sin lugar a dudas, su volatilidad tras la reforma. El 28% de los nuevos asalariados de este tipo firmó más de un contrato al mes, desde el récord del 41% que se alcanzó en agosto de 2018. Esto parece coherente con el hecho de que se firman menos temporales y que, al eliminarse los contratos por obra y servicio, las condiciones de los empleos eventuales se han endurecido.
La calidad del contrato temporal
Sin embargo, los datos también arrojan un detalle relevante: los contratos eventuales que se firman ahora son menos estables que los de antes de la crisis financiera, cuando la tasa de personas que firman más de un contrato temporal era del 23%. Ello a pesar de que entonces existían los contratos por obra y servicio y el empleo eventual tenía mucho mayor peso.
Si analizamos la evolución de los meses de agosto se aprecia que el número de personas que firman más de un contrato temporal al mes se incrementa con la crisis financiera, pero todavía más con el inicio de la recuperación, a partir de 2012.
Ello a pesar de en ese año se aprobó una reforma laboral, la del ejecutivo de Mariano Rajoy, que redujo el coste del despido y clarificó las causas del siguiendo la tesis de que así las empresas perderían el miedo a hacer contratos indefinidos. No solo esto, no ocurrió (los contratos indefinidos se estancaron por debajo del 10% del total) sino que los temporales se volvieron aún más precarios, a juzgar por los datos de personas que firman más de un contrato.
Esto responde a que tras la Gran Recesión se produce un cambio de modelo productivo en España, en el que la actividad, sobre todo de las empresas de pequeño tamaño, e ven arrastradas hacia servicios de menor valor añadido (como el turismo) que generan empleos más volátiles. Esta tendencia explicaría que el comportamiento de la contratación temporal siga siendo peor que el anotado ante de 2008, pese a las restricciones introducidas por la reforma laboral de 2021. Y también contribuye a una mayor rotación de los indefinidos, tanto ordinarios como fijos discontinuos.
En todo caso, esta composición del tejido empresarial sería el factor macroeconómico clave que explica que la reforma no termine de desplegar todo su potencial en los casi tres años que lleva en vigor, tal y como apunta el análisis de otras variables como el elevado volumen de altas y bajas de afiliación a la Seguridad Social.