¿Empresas que no encuentran trabajadores? España desperdicia el 19,4% de su mano de obra
La Vanguardia. Un 11,2% corresponde al paro y el 8,2% al subempleo y a los desempleados desanimados .Un análisis de Escrivá revela que el problema se concentra en los servicios ¿Falta mano de obra en el país con más paro? Las claves de la extraña revolución del empleo en España
El debate sobre la falta de mano de obra no deja de ser sorprendente cuando España tiene la tasa de paro más alta de la Unión Europea. Pero el problema no deja de cobrar protagonismo en el debate económico, mientras el 42,8% de las empresas, según el Banco de España, ven una amenaza a su actividad en las dificultades para encontrar trabajadores. Una afirmación que choca con los últimos datos de la Oficina de Estadística Europea (Eurostat), que elevan al 19,4% el porcentaje de mano de obra que nuestro país desaprovecha: un total de 4,9 millones de personas.
Desde el final de la crisis financiera, España ha reducido con intensidad este indicador, que alcanzó un récord del 37% en 2013. La tasa anotada en el segundo trimestre es la más baja de la serie histórica (que se remonta a 2009). Pero la mejoría sigue siendo insuficiente para que nuestro país deje de ser líder en la denominada ‘holgura laboral’, el indicador que mide el volumen de trabajadores potenciales que una economía infrautiliza en su mercado laboral.
La media en la UE es del 11,7% y del 12,7% para la zona euro. En Alemania (uno de los países con mayor tasa de vacantes por cubrir) se sitúa en el 7,1%, en Francia en el 14,1% y el 16,1% para Italia, aunque en Finlandia y Suecia llegan al 18% y 17,5%, respectivamente. Para contextualizar mejor lo que significan estos datos, hay que entender cómo se elaboran.
Un desperdicio de la mano de obra
La holgura laboral se basa en el concepto de “fuerza laboral ampliada”, que es diferente al de “población activa” que utilizan tanto la estadística de la Encuesta de Población Activa (EPA) que elabora el INE como la Encuesta de Fuerza Laboral (LFS) que elabora Eurostat.
Estas métricas solo distingue entre ocupados y parados, es decir, personas sin trabajo que buscan activamente empleo y están disponibles para incorporarse inmediatamente a un puesto. Pero la holgura tiene también en cuenta a los los desempleados que no cumplen alguno de estos dos requisitos y que en la estadística convencional se clasifican como “inactivos” También desglosa a los subempleados a tiempo parcial, que que son ocupados pero por la mitad de las horas que querrían hacerlo.
Así, el 19,4% de holgura de España se reparte de 11,2% de paro, un 4,4% de subempleo (el segundo porcentaje más alto de la UE tras Países Bajos), un 2,8% de desempleados que quieren trabajar, pero no buscan activamente empleo (el conocido como ‘efecto desánimo’) y un 1% que sí lo hace, pero no está disponible. Estos dos últimos supuestos de ‘parados ocultos’ suman 958.000 personas, aunque su porcentaje se sitúa en la media de la UE.
Aun así, el total de la mano de obra desaprovechada no clasificada como parada sigue aportando 8,2 puntos porcentuales a la holgura adicional, el cuarto dato más alto tras Finlandia, Suecia e Italia.
El descenso de este indicador en España durante los últimos años pivota sobre la caída del paro según la definición convencional y, en menor medida, sobre los desempleados desanimados y los ocupados subempleados. En este escenario, sigue resultando extraño que las empresas de nuestro país denuncien una falta de mano de obra.
Se desaprovecha a un tercio de los menores de 30
Una de las explicaciones habituales al fenómeno señala al envejecimiento de la mano de obra: el 50,1% de los ocupados tiene más de 45 años y 6 de cada diez de los desempleados. Sin embargo, esta no es una tendencia demográfica diferente a la que se da en el resto de la UE, en incluso nuestros datos son algo mejores que entre nuestros vecinos gracias a la inyección de la inmigración de los últimos años.
Es más: si se analiza la holgura por franja de edad se aprecia que entre los 25 y 55 años, la considerada franja de edad ‘prime’ para medir la disponibilidad de mano de obra (porque excluye a los trabajadores en sus primeros y últimos años de vida laboral) sigue siendo también la más alta.
Así las cosas, resulta difícil concluir que la demografía sea el factor que explica la falta de mano de obra, cuando la infrautilización de potenciales trabajadores es general en todos los grupos de edad, y además es especialmente elevado entre los trabajadores en los primeros años en su carrera profesional. Es decir, no se puede decir que las empresas no encuentren jóvenes para trabajar si dejan de contar con hasta un tercio de ellos.
El ejemplo de la hostelería
Esta discrepancia entre la percepción de las empresas y los datos del mercado laboral español es uno de los grandes quebraderos de cabeza de los analistas económicos. Cada vez más investigaciones apuntan a que, si bien las consecuencias del problema parecen similares a las que sufren nuestros vecinos, las causas son diferentes.
Uno de los más recientes análisis de este fenómeno lo hizo el pasado viernes el gobernador del Banco de España, José Luis Escrivá, que en una conferencia el pasado jueves destacaba el repunte de la falta de mano de obra como un condicionante que limita la actividad de las empresas, tanto en la UE como en España. La comparativa deja claro que en nuestro país el problema tiene menor impacto.
Eso sí, también apuntan un matiz relevante: mientras en Europa la ‘amenaza’ de la falta de mano de obra afecta con fuerza a la industria manufacturera, en España se concentra casi exclusivamente en los servicios, mientras que en las manufacturas se ha incrementado con una intensidad bastante menor.
Esto lleva a concluir que el desajuste entre oferta y demanda de mano de obra tiene un marcado carácter sectorial. Un ejemplo claro sería la hostelería. Otros estudios del Banco de España muestran que, dentro de los servicios, la hostelería es la actividad con mayores problemas para encontrar trabajadores (más incluso que la construcción). Ello a pesar a que también es de los que más empleo ha movilizado en España en la última década.
Que ahora no sea capaz de encontrar empleados dentro de un ‘caladero’ de 4,9 millones de potenciales trabajadores es un indicio claro de la pérdida de competitividad para generar empleo. Un problema difícil de atajar simplemente con subidas salariales o mejora de las condiciones laborales cuando muchas de las empresas del ramo son pymes o micropymes sin apenas margen para asumir ese coste.