El creciente enfrentamiento Díaz-Garamendi
La Vanguardia. El diálogo social vivió una época dorada en los tiempos de pandemia y sucesivos, con Gobierno, patronal y sindicatos firmando más de 16 acuerdos que permitieron reanimar la economía. Eran tiempos singulares, que empujaban al consenso y, también es cierto, estaban bien regados por fondos públicos que allanaban el camino. Aquellos tiempos dotaron de una aureola de gran negociadora a la ministra de Trabajo, Yolanda Díaz, con su momento de máximo esplendor con la reforma laboral pactada con sindicatos y patronal.
En cualquier caso, son tiempos ya pasados y desde entonces, la estela de negociadora de la ministra de Trabajo ha palidecido por su prolongado y creciente enfrentamiento con la CEOE. No coinciden en nada, ni subida del SMI, ni jornada laboral, ni modificación del despido, ni entrada de los sindicatos en los consejos de administración. Desde la patronal discrepan de sus objetivos y de sus formas, critican la multitud de anuncios de iniciativas que consideran que generan incertidumbre entre los empresarios y, en una palabra, han perdido la confianza. No gustó nada además la idea que lanzó de poner límite a los sueldos de los altos directivos. Todo bien aliñado con cruces de declaraciones entre Yolanda Díaz y Antonio Garamendi.
Que la luna de miel del diálogo social no podía durar lo reconoce el secretario general de UGT, Pepe Álvarez, que la circunscribe a una época determinada y que ve una combinación de acuerdos y discrepancias con la CEOE como parte del paisaje natural.
La crítica al Gobierno de actuar por su cuenta sin consultar llega tanto de la patronal como de los sindicatos. Es el caso de la prevalencia de los convenios autonómicos, del que los agentes sociales se enteraron por el BOE, y del subsidio del desempleo, que prácticamente no se trató con sindicatos y patronal. Dos temas por cierto que decayeron en el parlamento, y que toca reactivar. Hoy precisamente arranca la negociación sobre el subsidio .
En la patronal no se fían del Gobierno, y es una desconfianza al alza, y además tampoco ven garantías en que lo que pacten con ellos salga adelante en el parlamento. Es el arranque de una etapa que llevará a Trabajo a abandonar el uso del decreto ley para pasar a los proyectos de ley que permiten introducir enmiendas durante el trámite parlamentario y que, por tanto, evitan un todo o nada que puede resultar muy agrio, como han sufrido recientemente.
Una de las críticas que formuló este viernes la CEOE son los “permanentes y sorpresivos cambios legislativos y los anuncios políticos” que constituyen la principal preocupación del ámbito empresarial y que, advierten, están frenando las inversiones. Anuncios a repetición desde el Ministerio de Trabajo con desarrollo incierto, sea modificar el despido, prohibir el despido por discapacidad o reducir por ley la jornada laboral, que los empresarios temen que deriven en que sigan aumentando los costes laborales, convertidos en su principal preocupación. Así lo indica una encuesta reciente de la Cámara de Comercio, que muestra que el 66,6% de empresas españolas que sitúan los costes como el principal condicionante mientras que la media de la UE se reduce al 39,1%.
La CEOE lleva tiempo intentando sacar al Gobierno del diálogo social. Prefieren pactar a dos bandas, ellos y los sindicatos, tal como salió el Acuerdo para el Empleo y la Negociación Colectiva (AENC), y como ahora les gustaría tratar la reducción de la jornada. En este caso, el diseño de la negociación es curioso y fruto de equilibrios. Lo lanza el Gobierno, y con objetivo final marcado, 37,5 horas en 2025, pero ha dejado que patronal y sindicatos arranquen por su cuenta la negociación. Negociaciones en paralelo es la versión oficial, negociaciones bajo vigilancia, ironizan otros.