Claves para reducir la estacionalidad y evolucionar a un modelo sostenible
Hosteltur. “La excesiva estacionalidad de algunos destinos pone en peligro su recuperación”, asegura la consultora Braintrust, que ha realizado un análisis sobre este factor tan característico del turismo español. Sostiene que la nueva etapa pos-COVID-19 supone una oportunidad para corregir esa situación y transformar el modelo actual con un enfoque de sostenibilidad, “condición indispensable para recibir ayudas de los fondos europeos”, añade. Con este fin, propone una serie de claves para ayudar a los gestores turísticos a llevar a cabo esta transformación. Antes de la pandemia, las seis principales autonomías receptoras de turismo internacional acumulaban el 93% del gasto total, destaca Braintrust. Señala que Baleares registra la mayor estacionalidad, seguida a mucha distancia de la Comunidad Valenciana y Cataluña, ambas con valores similares. En el otro extremo se sitúan Canarias y Comunidad de Madrid, con un indicador muy bajo. “El índice de estacionalidad reflejado significa el nivel de dependencia de un destino en un turismo concentrado y masivo, que impide un modelo sostenible”, afirma Ángel García Butragueño, responsable de la División de Turismo y Ocio en Braintrust. “La previsible desescalada tras la pandemia no nos debe hacer correr en una búsqueda desesperada de los turistas de siempre, sino aprovechar para transformar el enfoque del modelo turístico”, agrega.
Cómo reducir la estacionalidad.
Para reducir la estacionalidad, Braintrust propone una serie de estrategias que los destinos pueden poner en marcha: Segmentar el mercado y trabajar con diferentes públicos objetivo, teniendo en cuenta tanto sus motivaciones, como su origen o la experiencia que buscan, entre otros factores. Ampliar la propuesta de valor, diseñando productos y servicios que incentiven la visita en momentos valle. Se debe incluir a los diferentes actores del ecosistema turístico del destino y diversificar los recorridos tradicionales por las ciudades con nuevas rutas. Innovar en la forma de comunicar y vender el destino, tanto en el fondo como en la forma, así como en los canales adecuados al segmento de público target. Generar “excusas” para atraer a los viajeros, vinculadas con la gastronomía, el consumo de productos de proximidad, eventos concretos, como música y deportes; actividades del campo, de la naturaleza, motivaciones todas ellas intrínsecas a una era pos-COVID. Completar la oferta vacacional con elementos business travel y MICE, generalmente menos sensibles y menos frecuentes en las temporadas de mayor demanda. Para conseguir el cambio, “más que nunca es necesaria la colaboración público-privada, en aras de alcanzar esa meta de un modelo diferente, diversificado tanto en origen como en destino, y desestacionalizado”, afirma José Manuel Brell, socio responsable de la práctica de Estudios y Modelos Cuantitativos en Braintrust. Las ventajas del cambio. Según se desprende el análisis de Braintrust, desde un punto de vista de la gestión, la desestacionalización ayuda a no incurrir en la sobreexplotación de los recursos en épocas puntuales del año y no hace necesario dimensionar las infraestructuras de manera excesiva. A nivel medioambiental permite un mejor aprovechamiento y gestión de los recursos ya que su utilización es constante a lo largo de todo el año y no experimenta grandes picos que se combinan con épocas de nulo aprovechamiento. En el ámbito económico facilita la construcción de un tejido empresarial más sólido al hacer que los negocios estén abiertos durante todo el año.
Circunstancia que, a su vez, contribuye a mejorar el enraizamiento de la población, estabilizando el empleo, y no tener una bolsa de trabajadores temporales que van y vienen del territorio. Desde el punto de vista el viajero, se evita que se encuentre destinos masificados, con enormes aglomeraciones. Y, desde la mirada del residente, mejora la habitabilidad de las ciudades, reduciendo la turismofobia.