No todo es turismo
La Vanguardia. Opinió
Habitualmente, el número de turistas que visita España supera el del año anterior. Para el 2025 se estima que se llegará a los cien millones y que el turismo supondrá una aportación a la economía en torno al 15%. La buena marcha del turismo coincide con el buen comportamiento de la economía española, que en el 2024 tuvo un crecimiento del producto interior bruto (PIB) del 3,2%, mientras que en la UE fue de solo un 1%. De hecho, ya hace algunos años que sucede lo mismo y este año se repetirá. También el PIB per cápita está aumentando más en España actualmente, un 2,2% en el 2024, mientras que en la UE es de solo un 0,4%.
Hay una opinión bastante generalizada que atribuye al turismo el buen crecimiento económico español, cosa que es cierta pero solo en parte. Según el Banco de España, las causas del crecimiento de la economía española fueron el buen comportamiento de las exportaciones, tanto de mercancías como de servicios, que incluye el turismo, y el consumo interior. También la mejora de la productividad ha contribuido. En el periodo 2019-2024, el dinamismo de la productividad española fue más elevado que en el resto de la UE. Sin embargo, hay que recordar la fuerte brecha negativa que en términos de productividad tiene la economía española respecto de la UE.
Otros factores
El crecimiento también se debe al auge del empleo, la reducción del paro y la mejora de las pensiones y del salario mínimo
También ha afectado positivamente al crecimiento el aumento del empleo, la reducción del paro y la mejora de las pensiones y del salario mínimo. Un factor a destacar es el fuerte el aumento de la población en el 2024: un 1,4% en Catalunya, un 1% en España y una cifra muy menor, el 0,4%, en el conjunto de la UE. Y hay que olvidar que la economía española en el del periodo 2021-2026 se está beneficiando del impacto de los fondos Next Generation creados por la UE. A España se le asignaron 163.000 millones de este fondo para impulsar la economía y paliar los costes sociales de la pandemia.
¡Pero cuidado con el exceso de optimismo! Las perspectivas inmediatas empiezan a nublarse. Hay que mirar adelante y ser conscientes de los inmensos retos que hay que encarar. Habrá que adaptarse a un nuevo entorno lleno de incertidumbres que se ha agravado con la política rupturista de Donald Trump, y hay que encarar cuestiones vitales para la sociedad como son el cambio climático, la transición ecológica, la seguridad o las migraciones. Todo configura un entorno muy complejo de gestionar. Para hacerlo, es imprescindible que haya un amplio consenso político y social sobre los pasos a dar. Será necesario tomar decisiones difíciles con el fin de decidir de dónde tienen que salir los recursos necesarios para encarar estos retos. Será necesario concentrar los esfuerzos en educación, formación, innovación e investigación para poder ser competitivos en un mundo donde hay una fuerte lucha para obtener recursos y colocar los productos, haciéndolo compatible con una distribución justa de las cargas y de los beneficios. Es el mundo en el que nos tocará vivir.

