El enoturismo confía en la remontada tras caer un 74% las visitas en 2020 | Federació Hostaleria i Turisme de les Comarques de Girona

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El enoturismo confía en la remontada tras caer un 74% las visitas en 2020

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Hosteltur. La tendencia ascendente que venía registrando el enoturismo en los últimos años se vio interrumpida el pasado año como consecuencia de la pandemia de la COVID-19, al igual que el resto de actividades del sector, lo que provocó una caída del 73,5% en el número de visitas a bodegas y museos respecto a 2019. Se registraron un total de 814.323 turistas frente a los 2,3 millones de 2019, según se recoge en la última edición del informe anual del Observatorio Turístico de las Rutas del Vino de España, realizado por la Asociación Española de Ciudades del Vino (ACEVIN). Sin embargo, los profesionales de este segmento, que se identifica como una actividad segura, han puesto en marcha nuevas estrategias de marketing y han renovado y creado nuevos productos para mejorar la experiencia del viajero y tratar de recuperar visitantes en los próximos meses.

La caída de visitantes registrada el pasado año tuvo un fuerte impacto económico sobre la actividad asociada a las bodegas y museos. Se registraron 23,5 millones de euros, frente a los 85 millones del 2019, un 72,5% menos. Así se recoge en la edición número 13 del ‘Informe Anual de Visitas a Bodegas y Museos del Vino’, que recoge los datos referidos a 2020 de los asociados a este club de producto.

Como dato positivo, el estudio destaca que durante los meses en los que no hubo tantas restricciones para los viajes nacionales (julio, agosto, septiembre), las visitas experimentaron un buen comportamiento, consiguiendo una cierta recuperación.

El enoturismo se identificó como un producto seguro y consiguió motivar el consumo interno, consiguiendo un aumento del público local y de proximidad.

En el pasado ejercicio se produjo una caída del turismo internacional. que representó solo el 12% de todas las visitas, mientras que el 88% restante correspondió al mercado nacional, que se incrementó un 14% respecto a 2019.

Por otro lado, el análisis constata un crecimiento de la oferta gracias a la incorporación, en diciembre de 2019, de una nueva ruta, de Madrid. Además, en otras rutas que incrementaron el número de socios y, en consecuencia, el abanico de oferta de empresas y servicios enoturísticos.

Todas las rutas experimentaron un descenso en el número de visitas, pero los efectos de la pandemia se dejaron notar de manera diferente en cada uno de los 32 destinos que integran la marca Rutas del Vino de España.

La Ruta del Vino Penedès se situó como la más visitada, con 132.416 visitas; seguida la Ruta del Vino y el Brandy del Marco de Jerez, con 99.006 visitantes, y en tercer lugar la de Ribera del Duero, con 94.909 visitantes.

Entre las rutas más afectadas por la caída de visitas están Cigales (-88,0%), Bierzo Enoturismo (-86,9%), Ribera del Guadiana (-85,6%), Montilla-Moriles (-85,4%) y Ronda-Málaga (-84,3%).

En cuanto a las visitas a museos, las Rutas del Vino de Calatayud, Penedès y Ribera del Duero lideran los primeros puestos. Destaca el caso de la Ruta del Vino de Navarra, la única que registró un crecimiento positivo, con un 11,1% más.

Las empresas que forman parte de estas rutas se han visto obligadas a redefinir sus estrategias de marketing debido a la escasa demanda del pasado ejercicio y han tenido adaptarse a un entorno más complejo.

De este modo, han renovado sus productos turísticos y propuestas, las acciones de promoción y, sobre todo, los mercados en los que pretenden centrar los esfuerzos, que han pasado a ser más cercanos.

El enoturismo supone una apuesta segura, según destacan desde el sector, al margen de masificaciones, por lo que ya en el primer mes tras el fin del estado de alarma, el público ha vuelto a visitar las bodegas. Desde el sector confían, por tanto, en un buen comportamiento para los meses de verano y el resto del año.

En el contexto de la crisis sanitaria, esta alternativa de ocio aumenta su atractivo para unos viajeros que buscan seguridad, ya que no hay concentraciones de viajeros, propicia el contacto con el medio rural y la naturaleza, constituye un turismo slow, facilita el disfrute de la gastronomía local y cuenta con una oferta de calidad.